Hay alternativas, aunque las alternativas deberían de ser lo corriente. Nuevos tipos de consumo han sustituido lo tradicional. Y es todo de una rapidez tan despiadada, que ahora cualquier otra forma de comerciar o prestar servicios o ayuda es una anomalía invisibilizada. Simplemente se trata de hacer lo que se nos da mejor y más nos gusta, creando redes de apoyo y aportando cada persona nuestras habilidades. Sin avasallar y sin trucos.

Tenemos que cuidar nuestro hábitat. En él viven otros seres como nosotros y también especies que no se nos parecen en nada, como los gatos y los castaños. Los castaños dan castañas, que están muy ricas asadas en invierno. Si los seres humanos no tenemos en cuenta que las castañas están muy ricas pues nada nos importará e iremos por ahí destruyendo todo a nuestro paso y atropellando gatos. ¿Cuánto durará entonces nuestro hábitat?

Será todo tan rápido que si este niño perplejo en medio de la calle sin saber hacia dónde ir permanece quieto un poco más, verá cómo los bancos de esta plaza desaparecen, y los árboles crecen hasta morir, y los pajaritos se olvidan de cantar, y el Sol de esconderse, y del suelo se erige un gran centro comercial con luces de neón y chunda chunda a todo volumen que al poco cambia de nombre, y al poco de color, y al poco cae para ser sustituido por otro más moderno, más alto, más luminoso y de una perniciosidad más ergonómica.

Se puede vivir, habitar y comerciar de una forma mucho más simpática. Por eso nosotros formamos parte del Mercado Social de Madrid, que a su vez forma parte de REAS. Y desde una caseta donde damos información sobre estas redes de economía social y solidaria, es desde donde he fotografiado a este niño perplejo. Aún está a tiempo de moverse.

madrid.mercadosocial.net

Archivo